domingo, 9 de febrero de 2014

BAIGORRI VELAR Y LA MAQUINA DE HACER LLOVER.


 “Cómo respuesta a la censura a mi procedimiento, regalo, por intermedio de Crítica, una lluvia a Buenos Aires para el 3 de enero de 1939”. Juan Baigorri Velar. "El hombre que hacia llover"

 Nacido en Entre Ríos, hijo de un militar que cultivaba una profunda amistad con el Gral. Julio Argentino Roca, cursó sus estudios en el Colegio Nacional Buenos Aires y luego se recibió de ingeniero.
Como decidió realizar una especialización en petróleo, viajó a Italia para cursar Geofísica en la Universidad de Milán.
Durante su estadía en Italia diseño y construyó un aparato que medía el potencial eléctrico y las condiciones electromagnéticas de la tierra. Esto sería el principio de lo que hoy es casi una leyenda.
Se trataba de una caja cúbica del tamaño de un aparato de TV actual (de los medianos) y con dos antenas que sobresalían misteriosamente. Pero aún no lo usaba para los fines que lo harían famoso.
 En 1929 Baigorri Velar acepta un cargo que le fuera ofrecido por el director de YPF, el Gral. Enrique Mosconi,y se instala definitivamente en Buenos Aires .Lo hace en Villa Luro, porque era  el lugar más alto de la ciudad de acuerdo a la medición de su instrumento,  (en Ramón Falcón y Araujo).

En 1938  Baigorri descubre que uno de sus aparatos, cargado con reactivos químicos y conectado a una batería, provoca lluvias en cualquier lugar donde se encuentre y  comienza a realizar pruebas en los lugares más difíciles. 
Por ej. en la estancia "Los milagros", de Juan Balbi, provincia de Santiago del Estero, donde ,hacía 16 meses que no había precipitaciones.
 Baigorri conecta sus instrumentos y logra hacer llover.
El gobernador de la provincia, el Dr. Pío Montenegro le pide que acuda a una estancia del funcionario en donde no llovía desde hacía ya tres años. Tres días de trabajo y llueven 60 mm. en dos horas. 

En Carhué hacía tres años que no llovía. Va Baigorri con sus aparatos y llueve tanto que desborda la laguna. El ministro de Asuntos Técnicos de la provincia de San Juan lo llama en 1951 para probar suerte en una zona en la cual no caía agua desde hacía 8 años. Prueba y llueven 30 mm. 
 A pesar de todo esto hay una buena parte de la opinión pública que desconfía del método. 
Lo llaman "el mago de Villa Luro" y les cuesta creer que todo aquello sea posible. 
 El director del Servicio de Meteorología Nacional no perdía ocasión para hablar con tono  despectivo de Baigorri Velar y  un día el diario "Crítica" anuncia, a modo de desafío, que el ingeniero hará llover entre el 2 y el 3 de enero de 1939. 
Baigorri acepta el reto y no sólo eso: con un rasgo de humor poco habitual en él, ya que se trataba de un hombre que tomaba todo muy seriamente, le envía un paraguas de regalo al hombre que se burlaba de sus métodos, el Director de Meteorología. 
Una tarjeta adunta decía: "Para que lo use el 2 de enero" 

  Cuando llegó el 1° de enero, los porteños tenían el desafío tan presente que chocaban copas de madrugada con los ojos clavados en el cielo limpio. El día fue tan caluroso y húmedo que hasta la tarea de sentarse bajo la parra a mirar las nubes raquíticas que pasaban por Buenos Aires resultaba un entretenimiento cansador. Pero llegó la noche y nada. 
En la mañana del 2, la ciudad volvió al trabajo.sin embargo,las blancas y enfermizas nubes  iban echando cuerpo y color. Mas tarde ,una catarata caía del cielo
 Mientras Crítica paraba las rotativas para salir al mediodía con el título principal de la quinta edición, en tipografía catástrofe: "Como lo pronosticó Baigorri, hoy llovió", debajo de una volanta que daba información acerca de lo que acababa de ocurrir en Buenos Aires: 
"Baigorri consiguió que tres millones de personas dirijan sus miradas al cielo". 
Baigorri,trabajaba en  altillo ,lugar perfecto para un laboratorio. 
El, buscaba demostrar,que podía manejar la lluvia y busco un patrocinante en el Ferrocarril Central Argentino
 El gerente inglés oyó la propuesta y sonrió, malicioso. "¿Y usted podría hacerlo en cualquier lugar?", preguntó, tropezando con las palabras en español. Baigorri contestó que sí, y el inglés desafió, sarcástico: "Bueno, haga llover en Santiago del Estero". Hacia allí salió el ingeniero, con su extraña máquina y un perito agrónomo de acompañante, que viajaba para controlarlo. A los pocos días volvieron y el perito certificó que, en una estancia de una localidad llamada Estación Pinto, Baigorri se puso a trabajar y a las ocho horas llovió. Su fama comenzó a crecer y viajaron hasta Buenos Aires.  dos periodistas de The Times, de Londres, para entrevistarlo. 
En 1951 fue asesor ad honórem del Ministerio de Asuntos Técnicos.
Al año siguiente , viajó a La Pampa.,ncendió la batería y empezó a llover, aunque ya la gente dudaba de sus méritos: "Iba a llover de todos modos", decían. 

Baigorri se recluyó en un largo silencio. Ya viudo, pasaba horas en el altillo de Villa Luro.
Leonor, la mujer que hoy vive en esa casa, contó a Clarín: "Cada vez que llovía la gente rodeaba la casa y se ponía a mirar hacia el altillo".
Allí mismo Baigorri se negó a atender a un emisario que decía venir en nombre de un empresario norteamericano para comprarle la fórmula. "Mi invento es argentino y será para exclusivo beneficio de los argentinos", le contestó. Anciano y solo, vendió la casa y se mudó a lo de un amigo francés, que le prestó una habitación en un departamento.
Murió en el otoño de 197.  Tenía 81 y había llegado al hospital solo, con problemas en los bronquios. Nadie más supo de la extraña máquina de las antenas.
Ni si Baigorri dejó un sucesor secreto para que la activara como homenaje durante su propio sepelio: cuando lo estaban enterrando, en el cementerio de la Chacarita, se largó a llover. 

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