martes, 9 de septiembre de 2014

"Los jazmines tambien perfuman la oscuridad".....por Ana M.Manceda.(San Martín de los Andes)

     El calor la asfixiaba.
Desde el patio le llegaba el aroma de los jazmines del país, penetrando y perfumando su piel. Se oía la estridente sinfonía que producía el croar de las ranas. 
Corrió suavemente la cortina de encaje; la negra Tomi, como Rosarito la llamaba, cruzaba su pesada
silueta por entre las vasijas repletas de flores y esquivando diestramente el aljibe, hacía equilibrio con una gran fuente repleta de pasteles que tenuemente brillaban de almíbar «Seguramente los lleva para las habitaciones de la servidumbre, allí entre murmullos y suspicacias sobre la vida de los patrones, entre risas pícaras y bebiendo chocolate o tés de yuyos humeantes, vaciarían la bandeja, las muy diablas» , pensó la joven.
 La oscuridad iba cubriendo la ciudad, Rosarito apagó las velas del candelabro y con una amplia capa negra se tapó el primoroso camisón de blancas puntillas que cubría su juvenil cuerpo. Su pelo castaño quedó oculto bajo la capucha del abrigo. 
Salió sigilosa, la noche nublada presagiaba lluvia, nada le importaba, su ilustre Tata estaría charlando y bebiendo licores con sus amigos en la sala, dejando caer miradas lascivas sobre las caderas y pechos de las púberes esclavas. 
Su religiosa madre rezaría el rosario, arrodillada ante el altar que dispuso en su cuarto, rogando por la bendición de la virtud de su hija. Se adentró por las calles barrosas, desoladas, apenas iluminadas. Sentía la libertad en su cuerpo y en su alma. Salía a sentir la vida. Los olores eran más fuertes lejos de las rejas y los muros de su poderosa familia. Las risas, el sonido de los tamboriles, reemplazaban a las tertulias de intrigas políticas que predominaban en su casa. Quedaban en otro espacio, distantes, el sonido de su piano, el aleteo de los abanicos de las damas que tapaban el rubor ante un comentario indiscreto, el rum-rum de las sedas y satenes, deslizándose por los.......(seguir leyendo)