"No hay un país en el mundo que tenga tanta certeza en su futuro como Brasil". Lo dijo Lula, pero todos los analistas políticos coinciden en que la estabilidad económica y política de que disfruta Brasil desde hace casi 15 años ha extendido entre la inmensa mayoría de los ciudadanos la idea de que todos los problemas se pueden tratar y en que todos pueden encontrar solución. Clovis Rossi, uno de los periodistas mas prestigiosos del país, lo describió así: "Gente con apariencia más humilde, ropas más sencillas, color menos blanca visita por primera vez el centro comercial más cercano a mi casa, en Río, un local no de élite, sino de clase media. Están ahí no solo para mirar, sino para comprar".
Esa indefinida impresión de sentirse bien es la que hace que Lula deje la presidencia (no puede presentarse a un tercer mandato) con un 80% de popularidad y que sea su candidata, Dilma Rousseff, una antigua guerrillera marxista leninista, reconvertida en economista y luego en el equivalente a su jefe de Gabinete, quien tenga todas las posibilidades de ganar. Brasil confía en su propio mercado interno tanto como en las exportaciones y está segura de poder mantener un ritmo de crecimiento más acelerado del que ha mantenido hasta ahora (entre un 4% y un 5% anual en los últimos ocho años)......
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