Por Martín Granovsky
Se paró frente al presidente Sebastián Piñera y, de jefe a jefe, le dijo: “Espero que esto nunca vuelva a ocurrir”. Y también: “Estoy orgulloso de vivir en este país”. Después, Luis Urzúa se abrazó con Piñera, abrazó fuerte al ingeniero Andrés Sougarret, de la Corporación del Cobre, abrazó muy fuerte a su hijo, habló con ellos y con otros y rompió el protocolo médico. Nada de camilla. Nada de apuro. Terminó de pie cantando ese himno que pone a Chile como “tumba de los libres” o como “asilo contra la opresión”.
Si fuera por la vida de Urzúa según la contó para el diario El Mundo de España el periodista Jorge Barreno, hasta anoche su país fue más tumba que asilo...(enterate.)
2 comentarios:
me parece que toda la tecnologia que se usó para rescatar a los mineros debió haberse usado antes para prevenir el accidente.
Piñera armó todo para tapar el canibalismo de los empresarios.
pero no lo logra.
élida
Es cierto habria que revisar las condiciones de trabajo de los mineros. Vale la pena el esfuerzo y riesgo en algunos casos solo para satisfacer el deseo de ornamentarse con oro, diamantes o piedras preciosas de agunos?
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