miércoles, 21 de septiembre de 2011

La sociedad de los ovos...por Cristian Caravello,Escritor.

El supervisor Seiscientos diecisiete se enjuagó la cara, se secó y espió en el espejo ese rostro blanco como la muerte. Colocó su ovo sobre la cabeza y volvió a mirarse. El espejo devolvió ahora su apariencia de siempre: la forma ovoide del casco, afinada hacia abajo y ligeramente inclinada hacia delante, siguiendo la anatomía del mentón. El ovo cubría toda su cabeza hasta el cuello, incluyendo su rostro, y solo mostraba al frente un display con su número, y las dos pequeñas entradas de aire a los costados. Acercó su cabeza al espejo y lustró con la toalla unas marcas dactilares hasta dejar el liso cascarón de plástico brillando como una perla.

Seiscientos diecisiete salió del pequeño toilette de su oficina y se sentó frente al ventanal que monitoreaba desde la altura la enorme línea de control y empaque. Allí abajo, los ovos relucientes del personal se alineaban a ambos lados de las cintas transportadoras y asemejaban una colonia de hormigas cultivando sus hongos debajo de la tierra.

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