Así lo reveló un experimento realizado por psicólogos de la Universidad de Goldmsiths en Londres.
Los profesionales expusieron a 18 perros a diferentes episodios. En algunos estaban acompañados por sus dueños y en otros por personas que no conocían. En todo momento, los humanos aparentaron llorar, tatarear, susurrar y hablar.
En los simulacros, los perros reaccionaron de maneras dispares: cuando se trataba de llanto, los canes se acercaban y buscaban de inmediato el contacto físico.
Según explicó la doctora Deborah Custance, “el tarareo fue diseñado para ser un comportamiento relativamente nuevo, que podría provocar la curiosidad de los perros”.
“El hecho de que los perros diferenciaron entre el llanto y el tarareo indica que su respuesta no fue meramente motivada por la curiosidad”, agregó…..
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