Hasta la semana pasada, y sobre todo después de la masiva manifestación adversa al Gobierno, para la Presidenta la clase media era no sólo una de las peores cosas de la Argentina sino también una de las causas de sus mayores males. De repente, esta semana todo cambió y ahora Cristina Fernández de Kirchner se siente orgullosa de pertenecer a la esforzada clase media. Más allá de que los niveles de riqueza de dudoso origen que exhibe la Presidenta la ponen en un nivel varios pisos por arriba de la clase media, la pregunta es: ¿cuál es su verdadero pensamiento? ¿Cómo es que cambia tan rápidamente de parecer? En la defensa del per saltum, el Gobierno pretendió hacer creer que de lo que se trataba era de dotar a la Corte Suprema de un instrumento destinado a considerar con la mayor celeridad posible casos de gravedad institucional. Bastó que la diputada Diana Conti hablara en la sesión de la Cámara baja en la que se aprobó el proyecto para que todo ese argumento cayera a la manera de un castillo de naipes. El sincericidio de Conti, que reconoció que esa ley tiene nombre y apellido –el Grupo Clarín– y un objetivo –su destrucción–, descolocó a varios de sus pares del oficialismo, que no callaron su disgusto por los pasillos del Congreso.
José Manuel de la Sota se limitó a emular a Fernández de Kirchner en sus habituales Aló Presidenta por la Cadena Nacional de Radio y Televisión, en los que aprovecha la tribuna pública para desgranar sus críticas hacia los gobernadores que no le caen bien con la finalidad no sólo de humillarlos, sino también de dejarlos mal parados o exponerlos al ridículo. El gobernador de Córdoba le hizo así beber al Gobierno de su propia amarga medicina. La furia presidencial demoró una nada en hacerse escuchar. De la Sota, que por supuesto no es una carmelita descalza desplazándose por las movedizas arenas de la política, deberá prepararse para un ostracismo que impactará en su gestión. Tal vez de ahora en más ni las secretarias de los funcionarios del gabinete nacional le atiendan el teléfono. Esto es lo que sucede en la superficie. En las profundidades las cosas son de una complejidad mayor. El Indek acaba de revelar cifras que hablan de una desaceleración de la economía para cuyo logro el Gobierno trabaja con ahínco todos los días. El problema de la inflación va teniendo un peso cada vez más evidente en la cotidianidad de la gente. El anuncio de la Presidenta de exceptuar por única vez del pago de Ganancias el medio aguinaldo de los que ganan hasta 25 mil pesos no alcanza a tener el efecto de una aspirina para bajar la fiebre, a la vez que es un reconocimiento del efecto corrosivo que la falta de adecuación del mínimo no imponible produce sobre el bolsillo de los trabajadores.
El tema energético es una complicación seria no sólo para el Gobierno sino, en definitiva, para el país. Nada de lo planeado hasta aquí con YPF ha salido como la Presidenta esperaba. Es que no podía ser de otra manera. Axel Kicillof le dibujó a Fernández de Kirchner un paisaje de fantasía de los que ella se enamora fácil y rápidamente. Nada de lo pintado por el viceministro de Economía se ha plasmado en los hechos. Todo es tan desafortunado que hasta el único socio que más o menos se había conseguido, Chevrón, está siendo sometido a un pedido de embargo por parte de Ecuador a causa de su responsabilidad en un grave caso de contaminación ambiental. El desplome del valor de las acciones de YPF muestra la realidad de un contexto no atrayente para esos y para otros inversores. Por otra parte, la severidad de la situación en el área energética es tal que la Presidenta ha tenido que recurrir otra vez al castigado ministro Julio De Vido para que se ocupe del asunto que había quedado en manos de Kicillof, lo que, por otra parte, tampoco es garantía de nada.
De Vido es corresponsable de la desastrosa situación del sector por la que hoy atraviesa la Argentina. La proyección de las erogaciones que el Estado deberá hacer el año que viene para asegurar el abastecimiento energético del país constituye el principal agujero negro de las cuentas fiscales que va a consumir gran parte de los ingresos que devenguen las exportaciones de soja. Este es un verdadero problema porque en 2013 el Gobierno va a necesitar mucha plata para endulzar la campaña electoral con anuncios y obras públicas. Uno de esos anuncios seguramente va a tener que ver con el tema del mínimo no imponible, aunque con las limitaciones sobre las que advirtió la Presidenta y que se relacionan con la negociación salarial. Quien parece haber tomado nota del 8N fue Mauricio Macri, que se dio cuenta de que más le valía hacerse cargo de los subtes a partir de una iniciativa propia antes tener que hacerlo por una imposición. El jefe de Gobierno porteño tiene así por delante un enorme desafío y, a la vez, una fenomenal oportunidad de construir liderazgo y poder político si es que su gestión demuestra capacidad para mejorar el servicio y manejar la compleja trama sindical que allí se verifica.
La foto de Daniel Scioli con los intendentes de San Isidro, Gustavo Posse; Tigre, Sergio Massa; San Fernando, Luis Andreotti, y Vicente López, Jorge Macri, también tiene aires del post 8N. “A Scioli siempre lo invitamos a estos encuentros y hasta ahora nunca había venido. Pero esta vez decidió venir”, señaló uno de los intendentes que aparece en la foto. Enfrascado como está el Gobierno en el 7D, hecho por el cual la Presidenta tiene en vilo a sus principales funcionarios –se anuncia para esta semana una insólita reunión del canciller Héctor Timerman y el titular de la Autoridad Federal de los Servicios de Comunicación Audiovisual, Martín Sabatella con el cuerpo diplomático acreditado en Buenos Aires–, los errores de gestión se multiplican.
Ahora se sabe que Ghana había advertido sobre la inconveniencia de que la fragata Libertad tocara el puerto de Tema. La advertencia tenía que ver con el reclamo de los fondos buitre que terminó con el embargo del buque escuela. Parece que nadie se tomó la molestia de leer el informe. Tener la corbeta Comandante Espora amarrada indefinidamente en un puerto de Sudáfrica porque no se paguen los 450 mil dólares que cobra la compañía que debe proveer los repuestos y equipos necesarios para la reparación del navío es algo de una total negligencia. En fin; es lo que hay.
Producción periodística, Guido Baistrocchi.
Producción periodística, Guido Baistrocchi.
No hay comentarios:
Publicar un comentario