Ni un cuento de hadas podía tener un mejor final. Peggielene Bartels, de 59 años, pasó de ser secretaria en la embajada de Ghana en Washington, a convertirse en “rey” de Otuam, un pequeño pueblo pesquero del país africano, de la noche a la mañana.
Su vida cambió en el verano de 2008, mientras dormía plácidamente en su pequeño apartamento del estado de Maryland. “El teléfono no dejaba de sonar”, recordó la semana pasada la mujer en CNN, “era mi primo desde África diciéndome que había heredado el trono de la localidad natal de mis padres”.
Bartels pensó que se trataba de una broma. “Le contesté que eran las cuatro de la mañana y que me dejara dormir”. Pero de chiste, nada.
El rey de Otuam, su tío, acababa de morir, y ella era uno de los 25 herederos que podían acceder al trono por parentesco.
“Me contó que había sido elegida por la gracia divina. Que era yo la que debía gobernar el pueblo, que cuenta con 7.000 habitantes”, explicó.
“Nunca pensé que algo así pudiera pasarme. Me he dado cuenta de que todos estamos en esta tierra con un fin.
Para la nueva reina, el papel de las mujeres en su pueblo es fundamental, en parte porque ella y su marido no pudieron tener hijos y su nueva posición ha sacado a la luz su instinto maternal. “Mis modelos son la reina Isabel II de Inglaterra y Hillary Clinton”, sostuvo en una entrevista. De momento, ya ha organizado programas universitarios para mujeres, a quienes asegura estar enseñando que deben perseguir metas “más amplias que quedarse embarazadas”.
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