sábado, 6 de abril de 2013

Cristian Caravello-Escritor.


EL CIRCO Y LA TRAGEDIA

En la mañana del 2 de abril, una lluvia torrencial inusual cayó sobre la ciudad de Buenos Aires. Hacia el mediodía, vastas zonas del norte de la ciudad mostraban anegamientos catastróficos con gente sumergida hasta el cuello, automóviles flotando o simplemente apilados unos sobre otros, sótanos repletos de agua y cortes de suministro eléctrico. En unas pocas horas habían caído del cielo unos 150 mm de agua (unos 150 litros por metro cuadrado de superficie).

Hacia las 16, comenzó a llover fuerte en la ciudad de La Plata, 55 Km al sur. A la noche el cuadro era desastroso. A la mañana siguiente, se reportaba que las lluvias habían superado holgadamente los 300 mm. La mitad de la ciudad estaba bajo el agua.
He allí los hechos.

Frente a este cuadro, el comportamiento de los medios de comunicación en general y de los políticos en particular me ha resultado decisivamente patético.
Ante la primera inundación, en Buenos Aires, toda el ala oficialista de la prensa argentina salió a aprovechar el mal humor de la catástrofe para culpar al Jefe de Gobierno de la ciudad (opositor), que estaba de vacaciones en Brasil.
Pero como una jugarreta de los dioses, la segunda inundación, en La Plata, sorprendió a su intendente (oficialista)… también de vacaciones en Brasil, agravado el hecho por un intento burdo de mostrarse en Internet al lado de los damnificados mediante fotos trucadas.
No obstante, nada sirvió de enseñanza. Los medios opositores se pasaron el día mostrando a los damnificados de La Plata insultando a su intendente (oficialista) y los medios oficialistas se pasaron el día mostrando a los damnificados de Buenos Aires insultando al Jefe de Gobierno (opositor y firme candidato a las presidenciales)
Y los programas políticos oficialistas aprovechaban la tragedia para mostrar los males de la oposición; y los medios de la oposición se afanaban en mostrar el modo como la catástrofe natural era consecuencia de los males del Gobierno Nacional. Entremezclado, de tanto en tanto, aparecía alguno de los funcionarios protagonistas, que iban llegando, todos desde lugares lejanos (incluyendo a la propia Presidenta de la Nación), y se apresuraban en hacer declaraciones al lado del desastre, antes de que las aguas tuviera el tupé de retirarse.
Y debajo del circo: La tragedia. Varios muertos en Buenos Aires y decenas de muertos en La Plata. Cortes de luz generalizados, algunos saqueos…, lo de siempre. La gente se autoevacuaba, se auto refugiaba, se ayudaba. Debajo del circo, la verdad. Y la verdad era una tragedia.
Frente al cuadro patético ofrecido por los medios de comunicación, que hace mucho tiempo ya se han dividido en dos bandos, en desmedro de la verdad; frente al cuadro patético ofrecido por los “analistas” de ambos bandos que han sacado a relucir las más variadas falacias para sacarle hasta la última maldita gota de provecho a la desgracia; frente al cuadro patético ofrecido por los funcionarios de uno y otro bando que solo se preocuparon por aparecer ante las cámaras fingiendo una preocupación que rápidamente mitigarían en sus casas palaciegas. Frente a todo eso, he de pronunciar una expresión ajena a mi estilo en este sitio, una pregunta irracional, salvaje, animal, viseral, emocional, por la que no pienso responder si me cuestionan:
¿Por qué no se van todos a la mierda?
Me gusta ·  · 

No hay comentarios: